31/3/16

La memoria de un hombre está en sus besos



Emilio Calderón.
La memoria de un hombre está en sus besos.
Biografía de Vicente Aleixandre.
Stella Maris. Barcelona, 2016.

La memoria de un hombre está en sus besos, 
pero nunca es verdad memoria extinta. 
Contar la vida por los besos dados 
no es alegre. Pero más triste es darlos sin memoria. 

Del primero de esos versos con los que comienza el poema Los besos dados, de Vicente Aleixandre, toma su título la biografía del poeta con la que Emilio Calderón obtuvo el Premio de Biografías y Memorias que convoca la editorial Stella Maris.

Es la biografía de un poeta que se esforzó por llevar una existencia discreta, por construir una existencia casi invisible: “Mi vida es mía y no tengo por qué ponerme a contársela a nadie”, le explicaba tempranamente Vicente Alexandre a Gerardo Diego cuando le solicitó una nota biográfica para la antología Poesía Española.

Aleixandre se preocupó de ocultar su condición homosexual -bisexual para ser más precisos-, que disimuló en su poesía para disgusto de Cernuda, y que es la clave de bóveda de una parte fundamental de su obra y de su visión panteísta del mundo en Espadas como labios, La destrucción o el amor, Sombra del paraíso o Historia del corazón. 

Aparte de las obvias razones sociales para esa ocultación, pesaban también de forma decisiva en esa voluntad de sombra motivos políticos y sobre todo familiares, pues no quería provocar el disgusto de sus parientes más próximos, especialmente de su hermana. 

Sobre esa zona invisible y oscura, en la que radica justamente el centro temático de su poesía, arroja una luz fundamental la biografía de Emilio Calderón a través del testimonio de personas cercanas al poeta y de su abundante correspondencia, que en gran parte sigue siendo inédita.

Además de las primeras relaciones de Vicente Aleixandre con mujeres como María Valls, se revela la peripecia amorosa de su relación con Juan Manuel García Briz, luminosa en contraste con la más conocida y trágica que mantuvo con Andrés Acero, que se interrumpió con la guerra civil, o la que le unió ya en la posguerra con Francisco Nieva o con Carlos Bousoño, al que le dirigió dos cartas tan apasionadas como estas, de marzo de 1948, cuando Aleixandre tenía 50 años y Bousoño 25:

“Carlitines: qué gusto, voy a escribirte como me dé la gana. Libertad: diosa mía. Acabo de recibir tu carta hermosa: dulce, alegre, fresca. Una pura delicia. Ah malísimo: lo que me has dicho [y cantado con tus versos]. Qué chispeante eres, chiquillo. [Borro eso, que era un piropo]. Da gusto decir eso: “piropo”. Me da la gana de decirlo. A Carlitos le digo eso, y mucho más. Porque es guapísimo [¡mentira!] y porque le adoro, y porque es mío y me lo como a amor. A AMOR, qué gusto escribirlo con todas sus letras, y no llamarlo filosofía ni eufemístico circunloquio que le estrujan a uno el alma y le hacen a uno polvo. Pues sí: Te Amo ¿Ves? Lo he dicho y no se ha hundido el firmamento. Soy feliz. Estoy como el nadador por el agua, por el cielo. Carlitos: vente conmigo y vámonos... “a Sevilla por amor”. A donde sea». En la misma carta, el poeta apunta «ay, cómo me desencadeno cuando te amo [que quiere decir a toda hora].”

“Otro día. Otro día hacia ti. Qué impaciente estoy. Esperándote te escribo. Qué bonito estás, Carlitines. Qué guapo y dulce para mi amor. Has entrado en mi cuarto; es de noche, como cuando cenaste aquí y nos vinimos a esta habitación, y yo me acosté y tú sentado en el borde de la cama reclinaste tu cabeza de niño sobre mi pecho. ¿Te acuerdas? ¡Cómo nos mirábamos! Yo creo que fue el día más feliz de mi vida, aunque el día de nuestro desposorio fue aún más por ser el más sagrado. ¡Qué verdadera mística es el amor! ¿Te acuerdas de aquellas horas, en el cuarto, mirándonos, besándote, sonriéndonos, fundiéndonos?”

Desde su nacimiento en la primavera del 98 hasta aquella frase “La vida es un dolor”, que fue una de las últimas que pronunció antes de morir el 13 de diciembre de 1984, este es un completísimo estudio que ilumina muchas zonas de sombra de la biografía del poeta y que más allá de revelar su intimidad amorosa sirve para entender el origen, el sentido y el alcance de lo que escribió Vicente Aleixandre.

Un documentado recorrido por la biografía de un poeta que "sólo habló a través de sus poemas, y mantuvo una cierta distancia hacia su propia identidad”, como señala Emilio Calderón, que ha reconstruido con rigor la biografía de quien tanto se esforzó en ocultarse y que cerraba sus Poemas de la consumación con estos versos memorables:

Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.

Santos Domínguez