31/10/14

Federico García Lorca. Poemas de la Vega


Federico García Lorca.
Poemas de la Vega.
Selección de Javier Alonso Magaz, 
Luis García Montero y Andrea Villarrubia. 
Prólogo de Luis García Montero.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2014.


Cuando yo era niño vivía en un pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada. Todo lo que en él ocurría y todos sus sentires pasan hoy por mí, velados por la nostalgia de la niñez y por el tiempo.

Así evocaba la experiencia infantil del paisaje de la vega granadina el adolescente Federico García Lorca que redactaba una temprana Autobiografía en la que reconocía la persistencia de ese mundo en el escritor en ciernes que escribía esas líneas.

Lo recuerda Luis García Montero en el prólogo de Poemas de la Vega, la selección de textos lorquianos que publica Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. 

Cincuenta textos de diverso género –poemas, fragmentos de obras teatrales, cartas y la Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros- que revelan la permanencia y la importancia de ese paisaje granadino en textos lorquianos de épocas distintas.  

“Mi sitio está entre estos chopos musicales y estos ríos líricos que son un remanso continuado, porque mi corazón descansa de una manera definitiva y me burlo de mis pasiones, que en la torre de la ciudad me acosan como un rebaño de panteras”, escribía Federico García Lorca en una carta a Melchor Fernández Almagro.

Y en esta otra, dirigida a Jorge Guillén, decía: "Ahora estoy en la Huerta de San Vicente situada en la Vega de Granada. Hay tantos jazmines en el jardín y tantas damas de noche que por la madrugada nos da a todos en casa un dolor lírico de cabeza, tan maravilloso como sufre el agua detenida."

Medio centenar de textos en torno a un paisaje que si en principio fue el de la infancia y primera adolescencia del poeta, acaba cargándose de un alto componente simbólico a medida que Lorca va creando un mundo poético propio que se concreta en metáforas potentes en las que proyectó sus estados de ánimo y sus situaciones vitales.

El agua que corre o que no desemboca, las cigarras y las alamedas, las acequias y las canciones, los pozos y los caballos son algunas de las imágenes recurrentes de un paisaje que descarta la limitación del pintoresquismo local para lograr una dimensión universal e intemporal en un proceso creativo que permite observar la rápida maduración del poeta desde el adolescente Libro de poemas a las casidas del Diván de Tamarit a través de estaciones de paso como Canciones, Romancero gitano, Poeta en Nueva York, Bodas de sangre o Yerma.

Un ejemplo, los dos tercetos de un soneto que formó parte de Canciones:

¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!
Me tenderé junto a la flor sencilla
donde flota sin alma tu belleza.

Y el agua errante se pondrá amarilla,
mientras corre mi sangre en la maleza
olorosa y mojada de la orilla.

Santos Domínguez